Hay pocas cosas peores que beberse una cerveza caliente. Aunque este milenario brebaje se sirviera así en el pasado, y algunas variedades todavía se ofrecen a altas temperaturas en países como Bélgica, según los expertos su punto óptimo de consumo se sitúa entre los -3 y los 12,5 grados. Y eso es un problema en un país como España, en el que el calor es la norma en verano si quiere disfrutar de una cerveza pero no se dispone de una nevera cerca o no se quiere esperar a que se enfríen.

Ya existen ingeniosas soluciones, como la máquina española que proporciona cerveza fría en 30 segundos o el grifo de cerveza inteligente y portátil que la mantiene fría allá donde vayas, pero se necesita un enchufe cerca y una superficie en la que situarlo. Entre los inventos más curiosos para enfriar una cerveza en cualquier lugar y situación están los sticks o palos enfriadores, que se adaptan perfectamente a distintos tipos de botellas y permiten enfriar el líquido obtenido del lúpulo y la cebada de manera fácil y rápida estés donde estés.

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